Iznate se rindió en el años 1487 a los Reyes Católicos cuando estos conquistaron Vélez- Málaga.
Su población mudejar permaneció cultivando los campos y muchos de ellos pasaron a  depender, en calidad de vasallos, de Francisco Enríquez, tío del Rey Fernando el Católico, al que este concedió una importante cantidad de tierras. 
Tras la guerra de Bentomiz entre cristianos y moriscos, cuyo episodio final y más cruento se desarrolló en Frigiliana,  los moriscos de la Axarquía fueron expulsados, como todos los  del Reino de Granada,  y llevados a tierras de Castilla. 
Se sabe que los de Iznate, en  concreto,  fueron deportados a la villa de Guadalcanal (hoy provincia de Sevilla), perteneciente entonces  a la Orden de Santiago, como provincia de León de Extremadura con capital en Llerena,  para trabajar en las minas de plata de dicha localidad. 
Las minas pertenecían a la Corona desde 1555, y desde entonces habían tenido mano de obra morisca procedente  de  Hornachos, Fuenteovejuna y Azuaga.
 
En 1574 parece que se unieron los intereses de los administradores de la mina de Guadalcanal, que necesitaban mano de obra,  y los intereses de la Corona y llevaron a  Guadalcanal un grupo numeroso de moriscos,  entre 50 y  100, según diversas fuentes. Una de las condiciones que tenían que cumplir fue la obligación de residir en el término de Guadalcanal.
Las minas de Guadalcanal cerró a los dos años y algunos de aquellos moriscos que llegaron de Iznate terminaron trabajando en las minas de azogue de Almadén.
Los administradores de las minas los preferían a los esclavos negros porque aprendían más rápido. 
El Historiador Domínguez Ortiz dice que  algunos moriscos usaban sendas secretas para volver al Reino de Granada, a su tierra,  pero que la mayoría eran atrapados y  vueltos a expulsar.  Otros  acabaron utilizando  el oficio de arriero para camuflarse y otros se internaron en las sierras para huir de los controles y la  vigilancia. 
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